Chaos Blogging
Yo, nosotros
La primera persona se hace casi inevitable en ciertas experiencias. Entre cubanos que nos pasamos la vida queriendo re-definirlo todo según nuestra propia perspectiva, aún más. Viajando a naciones muy desconectadas de nuestro espacio y tiempo, aun estando en el Caribe o en la misma Latinoamérica, me doy cuenta de que siempre termino hablando en primera persona.
Cuba “le suena” a muchos pero a veces ni siquiera saben dónde está y cuándo saben, entonces tenemos que enfrentar las preguntas de siempre: ¿de dónde? de Cuba, ¿de la Isla…? y allí comienzan nuestros problemas con la pregunta y la experiencia personal (¿de dónde si no, si Cuba es una isla?). Tal parecería que “ser cubano” está condicionado a un espacio inamovible, como si la noción de patria no se llevara a mitad del tórax. Pero ese espacio es ilusorio, es una abstracción atada a la nostalgia y las utopías de muchos, a la experiencia y el dolor de otros.
Igual me he encontrado cubanos con un heavy accent nacidos en Oklahoma o Toronto, pero fuertemente conectados a la experiencia cultural de ser cubanos, vía sus padres. Tal es el caso de un amigo babaláo, más rubio que los hijos de Tristán e Isolda, nacido en Canadá pero criado en La Habana (los canadian no han perdido el tiempo y llevan años negociando con Cuba), que tuvo que enfrentar acusaciones de la sociedad protectora de animales debido a sus prácticas rituales ¿Cómo negarles su condición a esta gente? ¿Qué nos define?
Tengo a la derecha de este blog, vínculos con sitios de cubanos de diversa naturaleza: románticos, realistas, izquierdosos, derechados, juguetones, trágicos, humoristas, informativos pero con el común denominador de hablar desde la Isla, no importa dónde estén; son el resultado de una diáspora que resiste las generalizaciones (aquí incluyo a quiénes viven en la Isla, pues la diáspora comenzó antes que la nación; parafraseando a Carpentier “en Cuba descendemos de los barcos”).
En honor a la verdad tengo que decir que discrepo enormemente de algunas percepciones pero respeto el derecho de cada cuál a sus propios pensamientos y concepciones; ahora, esto no me libra de “padecer” definiciones más acaloradas.
Cuando me miro y re-invento en cada nuevo contexto (y aquí está de nuevo la primera del singular) arrastro en mis intentos todas las contradicciones. Navego a contraluz, como un centauro dividido entre el Ser y el Estar.
Rechazo de plano los acercamientos pro-anti; creo en la Revolución cubana como un proceso auténtico de nuestra historia pero no creo en su enquistamiento narcisista. Creo en el derecho, el de todos, estemos donde estemos y sobre todo, creo en el diálogo tolerante y constructivo. Llevamos demasiado tiempo divididos por los unos y los otros. Como hombres pensantes defiendo nuestro derecho a la primera persona; como cubanos, prefiero la primera del plural.
No vivo en Cuba, pero Cuba, vive en mi…
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